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cátedra tire die

Muestra: Precariedad. Movimientos sociales y comunicación política

Actualizado: 4 dic 2020


PRECARIEDAD

Movimientos sociales y comunicación política



Programa

El programa audiovisual se presenta en la inauguración del encuentro como disparador de algunas líneas de trabajo que luego serán abordadas por los protagonistas durante el ciclo.


Apertura

Duración: 80 min



TIRE DIÉ (1953-58)

(documental blanco y negro 33 min)

Fernando Birri/ alumnos del instituto de cinematografía de la universidad nacional del litoral, Santa Fe, Argentina

Al llegar a las orillas de la ciudad de Santa Fé se descubre una enorme cantidad de ranchos en los que habitan centenares de familias santafesinas. Sobrepasada la estación del Ferrocarril Mitre, al final de la calle Gral López, está la barriada Tire Dié.

Allí fue filmada con medios muy precarios la primera encuesta social latinoamericana que muestra a los pibes que acuden para pedir una moneda al tren que, al paso de hombre, avanza por un puente de dos kilómetros de largo.



COMPAÑERO CINEASTA PIQUETERO (2002)

(video documental, 13 min)

proyecto enerc / indymedia argentina

Video realizado íntegramente por un piquetero de Lanús (Gran BA), montaje en cámara, dando cuenta en primera persona de una ocupación de tierras que realiza el Movimiento Trabajadores Desocupados de Solano, desde enero de 2002. Su autor pidió prestada una cámara durante una hora para filmar su barrio y su historia, en primera persona.



MOVIMIENTO ENÉRGICO DE LA VOLUNTAD HACIA EL CONOCIMIENTO, POSESIÓN O DISFRUTE DE UNA PERSONA O COSA (++2004)

(docu-ficción experimental, 10 min)

grupo embate (Luján Montes - Matías Otamendi)

Del sometimiento y de la inacción del Hombre frente a su muerte espiritual. Retrato experimental sobre la subjetividad de una travesti que mediado por dinero construye su deseo y su sexualidad. "De cómo toman forma los placeres, desde las imposiciones sociales hasta la domesticación del cuerpo: ella y él actúan en obediencia."



EL PUERTO (2004/5)

(Corto Documental 10 min)

FerroWhite (Nicolás Testoni)

"El Puerto" es una serie de cortos documentales dedicada a los oficios del puerto de Ingeniero White (Bahía Blanca), localidad que en los últimos años ha sufrido una importante transformación a partir de la instalación en sus costas de numerosas compañías petroquímicas y cerealeras de origen trasnacional.

Estos videos intervienen simultáneamente en las salas de Ferrowhite (museo taller) y, periódicamente, en la televisión local, intentando hacer circular saberes sobre la crisis, modos de vivir a través de ella.

Roque Navarro, mecánico de locomotoras desempleado, explica cómo construir una bicicleta con un microondas, Otto Whittman cuenta cuántos vidrios tenía la cabina de señales Ingeniero White Norte, Chito Pereyra desguaza a soplete un remolcador vaporero, Gladis M. transforma un vagón en su casa…



PRECARITY

(especial de las Precarias a la deriva)



 

PRECARIEDAD, MOVIMIENTOS SOCIALES Y COMUNICACIÓN POLITICA


Formas de autoorganización y estrategias comunicacionales en la era de la globalización


En nuestro tiempo la experiencia humana se encuentra jaqueada por amenazas múltiples que imprimen a la vida un tono de fragilidad. Las catástrofes ambientales, el terrorismo internacional practicado por Estados y por elites que se arrogan el derecho a matar, las inequidades sociales brutales derivadas del gobierno del mercado por sobre los derechos ciudadanos, ofrecen periódicamente escenas de barbarie a quien tenga ojos para verlas. Asimismo, otras amenazas más tenues pero no menos eficaces colaboran también en la producción de un escenario en el que el miedo, la desconfianza y el temor al otro son la norma.

La contemporaneidad se nos aparece entonces como un escenario en el que la producción del lazo social se encuentra atenazada por un sinnúmero de condicionantes. En los últimos años, sin embargo, al calor de las mutaciones civilizatorias que signan este presente –y con un cuadro de crisis irreversible del horizonte de expectativas anteriormente generado por las formas clásicas de la política que alimentaron el siglo XX como telón de fondo-, tanto en Argentina como en el mundo hemos visto emerger un conjunto disímil de experiencias que han procurado reinventar formas de vivenciar lo común y lo colectivo allí donde el mercado y los miedos contemporáneos invitan a desarrollar trayectorias apenas individuales. Este proyecto propone designar un campo de interrogación común a esas experiencias que han construido trayectos singulares en torno a un mismo objetivo: lo que aquí denominamos fugas a la precariedad.

La noción de precariedad se ha revelado particularmente operativa para describir los modos de existencia contemporáneos. En un sentido acotado, ella es particularmente útil en designar los cambios recientes acaecidos en un área constitutiva de lo humano: el trabajo. El derrotero del neoliberalismo en todo el globo, junto a la crisis de las políticas de bienestar que constituían el armazón fundamental de los Estados nacionales de posguerra, produjeron un conjunto de modificaciones radicales en el mapa de las actividades productivas. En el uso dado por algunos teóricos y activistas sociales en el Estado español y otros países de Europa, la precariedad sirve para mapear, desnaturalizar y politizar los modos en que los mercados de trabajo en la era de la fluidez posfordista pretenden fijar nuevos parámetros de control de la praxis productiva. La noción de precariado, así, ha permitido construir un dispositivo en el que una franja amplia de situaciones (muchas veces ignoradas o escasamente contempladas por los modelos sindicales clásicos) alcanzó a ser interpelada.

Si ello tendió a ocurrir en Europa, en un contexto de relativa abundancia –un contexto sin embargo crecientemente erosionado-, la precariedad laboral se muestra de modo tanto más contundente en un escenario latinoamericano como el que exhibe la Argentina de nuestros días. Hablar en nuestro país de trabajo precario es hablar, para comenzar, de la mitad de sus trabajadores: quienes trabajan en negro. Para continuar, es hablar de las multitudes de desocupados y subocupados que, pese a trabajar por fuera de la relación salarial, también producen un tipo de riqueza que, en muchos casos, está directamente ligada a la supervivencia de cientos de miles de personas. A éstos habría que agregar a quienes trabajan bajo los así llamados contratos-basura, contratos de locación de servicios, temporales, sin reconocimiento de derechos laborales mínimos: ni aguinaldo, ni vacaciones, ni ausencia por enfermedad. A estos se suman, además, la múltiple variedad de becarios, pasantes, trabajadores ad-honorem, voluntarios, etc. También podemos agregar un conjunto vasto de situaciones que involucran a amplios sectores de jóvenes y de las clases medias y en donde la emergencia de formas novedosas de agregación de fragmentos de trabajadores (empleados del subte, los autodenominados “jóvenes científicos precarizados”, etc.) da cuenta de este proceso.

Este es el precariado. Los trabajadores no reconocidos como tales por concepciones desfasadas que asignan la condición de trabajador en función de un tipo de relación contractual que cada vez se vuelve más excepcional. Trabajadores invisibles para el Estado que no reconoce sus derechos y también para la mayoría de los sindicatos, que no les permite afiliarse ni participar de los mismos. Este es el precariado hoy: la amplia mayoría de la clase que vive de su trabajo.

Pero aquí no queremos limitarnos a un uso estrecho de la noción de precariedad. Junto a su utilidad en visibilizar las formas contemporáneas del trabajo, esta categoría permite poner el foco en otras áreas: la precariedad derivada de la falta de derechos en el área de una comunicación avasallada por el imperio de los mass-media; la precariedad ciudadana frente a la existencia de dispositivos de coacción de las libertades civiles que atentan contra el uso del espacio público (Código de Convivencia Urbano en el caso de la ciudad de Buenos Aires); la precariedad psíquico-afectiva derivada de formas contemporáneas de alienación (stress, miedo, etc.).

En conjunto, entonces, la precarización de la existencia se refleja en la inestabilidad permanente de las condiciones vitales que altera de forma profunda la noción misma de proyecto de vida, sobre todo en los jóvenes. Nuestros padres tuvieron proyectos de vida con contenidos distintos a los de nuestros abuelos, y si bien las condiciones de vida para unos y otros eran distintas, en ambos casos éstas resultaban relativamente estables. Para nuestra generación no se trata de elaborar contenidos distintos sino de reinventar la misma noción de proyecto de vida. ¿Cómo se proyecta cuando la inestabilidad se vuelve un punto de partida? ¿De qué forma construir las trayectorias singulares y colectivas que eviten que quedemos sujetos a la dispersión y a la aleatoriedad de las fluctuaciones del mercado? Reinventar la noción de proyecto es una tarea que se conecta inmediatamente con la tarea de reinventar los espacios de organización colectiva que nos permitan materializar dichos proyectos.


LA COMUNICACIÓN COMO HERRAMIENTA DE FUGA

Los proyectos que han venido produciendo “fugas a la precariedad”, queda dicho, tienen que lidiar obligatoriamente con los modos de existencia de las sociedades contemporáneas. Para ser eficaces, no pueden organizarse de espaldas a los cambios que han transformado el mundo en las últimas décadas. Una de las áreas que de modo más radical ha mutado recientemente es la de la comunicación.

La comunicación, en un sentido amplio, ha sido desde siempre constitutiva de la experiencia humana. Pero en las últimas décadas, una serie de cambios ha tendido a encadenar más inmediatamente la esfera comunicativa a todas las prácticas sociales: desde las productivas, hasta las políticas. La comunicación parece atravesar de lleno todos los espacios de existencia humana en la contemporaneidad.

Las tradiciones de izquierda del siglo XX tendieron a ser renuentes a pensar la arena de la comunicación. En general, a la hora de expresarse se sirvieron de un único modelo poco flexible y válido para todas las situaciones. La forma partido, en particular, tendió a basarse en un modelo único de hablante-escucha, poco atento tanto a los diferentes contextos enunciativos y a los diversos sujetos, como a los climas y contextos más generales en que se desarrolla toda experiencia comunicacional. Por lo demás, tendió asimismo a ser monocorde y repetitiva en sus modos de comunicar; y, más en general, se mostró mucho más proclive a hablar que a escuchar.

Esta situación, en la medida en que los paradigmas clásicos que alimentaron los modos de organización política entraron en crisis en las últimas décadas, se ha visto modificada en los últimos años. Por citar un caso resonante, el zapatismo ha innovado al menos en dos aspectos sus modos de comunicar. Por un lado, supo hablar tanto como no hablar (los famosos “silencios zapatistas”); de allí que la experiencia zapatista pudiera ser definida como la de “una revolución que sabe escuchar”. Por otro, en sus alocuciones públicas utilizó un registro amplio y variable de formas discursivas, atendiendo a la naturaleza de sus interlocutores.

Si la comunicación entonces es un área decisiva pero sólo recientemente asumida como tal por los movimientos sociales, las experiencias que fugan de la precariedad deben tener espacios para reflexionar sobre ella. La comunicación política tiene al menos dos áreas de incidencia en un colectivo. De un lado, las imágenes y relatos que circulan en la “selva de los símbolos” pueden tener un efecto de empoderamiento y fortalecimiento del colectivo, como de resquebrajamiento del mismo. La identidad, el “nosotros” capaz de atravesar (o no) a un conjunto de personas y sostenerlos en una acción colectiva prolongada, depende en buena medida de los efectos comunicacionales. De otro, los modos de existencia, las reivindicaciones, los éxitos políticos de una experiencia político-social dependen de cómo se piensan las intervenciones en nuestras sociedades hipercomunicativas.

El seminario “Precariedad, Movimientos Sociales y Comunicación Política” se propone entonces generar un espacio de elaboración colectiva de experiencias de autoorganización que proponen vías de fuga a la precariedad y que deben lidiar con los desafíos del mundo hipercomunicativo. Se trata de una instancia que funcione como una suerte de “laboratorio de experiencias” sobre los usos de diversas estrategias comunicacionales. ¿Cómo afecta “el ruido externo” la capacidad (auto)organizativa de las experiencias que resisten a la precarización? ¿Cómo lidiar con los “globos comunicacionales” que crean imágenes hegemónicas de los sujetos organizados (caso paradigmático: piqueteros)? ¿De qué modo puede utilizarse a los medios creativamente, en función de potenciar las propias prácticas de lucha? ¿Qué estrategias comunicacionales concretas contribuyen al empderamiento y la autoafirmación de los colectivos que fugan a la precariedad? ¿Qué usos tienen en este proceso las nuevas tecnologías? ¿Qué usos lenguajes experimentales, artísticos, etc.? Estas y otras preguntas serán debatidas, partiendo de experiencias concretas a ser pensadas como casos singulares, en el horizonte común de brindar un espacio de intercambio que resulte productivo para el conjunto.

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